martes, 30 de noviembre de 2010

Yapa de Noviembre

En el último día de un mes con muchos cambios, dejo el video que me inspiró para escribir este Blog... abrochense los cinturones!

lunes, 29 de noviembre de 2010

Vomitando Conejos

En vez del mago que saca el conejo de la galera, a los conejos los saco de adentro mio. Es una magia sencilla, dolorosa al principio pero altamente efectiva. ¿Será porque la magia la tengo dentro?

"Cuando siento que voy a vomitar un conejito me pongo dos dedos en la boca
como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que
sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico,
transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo
sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un
conejito normal y perfecto, sólo que muy pequeño, pequeño como un conejilo
de chocolate pero blanco y enteramente un conejito. Me lo pongo en la palma
de la mano, le alzo la pelusa con una caricia de los dedos, el conejito parece
satisfecho de haber nacido y bulle y pega el hocico contra mi piel, moviéndolo
con esa trituración silenciosa y cosquilleante del hocico de un conejo contra la
piel de una mano. Busca de comer y entonces yo (hablo de cuando esto ocurría
en mi casa de las afueras) lo saco conmigo al balcón y lo pongo en la gran
maceta donde crece el trébol que a propósito he sembrado. El conejito alza del
todo sus orejas, envuelve un trébol tierno con un veloz molinete del hocico, y
yo sé que puedo dejarlo e irme, continuar por un tiempo una vida no distinta a
la de tantos que compran sus conejos en las granjas.


Entre el primero y segundo piso, Andrée, como un anuncio de lo que sería mi
vida en su casa, supe que iba a vomitar un conejito. En seguida tuve miedo (¿o
era extrañeza? No, miedo de la misma extrañeza, acaso) porque antes de dejar
mi casa, sólo dos días antes, había vomitado un conejito y estaba seguro por
un mes, por cinco semanas, tal vez seis con un poco de suerte. Mire usted, yo
tenía perfectamente resuelto el problema de los conejitos. Sembraba trébol en
el balcón de mi otra casa, vomitaba un conejito, lo ponía en el trébol y al cabo
de un mes, cuando sospechaba que de un momento a otro... entonces regalaba
el conejo ya crecido a la señora de Molina, que creía en un hobby y se callaba.
Ya en otra maceta venía creciendo un trébol tierno y propicio, yo aguardaba sin
preocupación la mañana en que la cosquilla de una pelusa subiendo me cerraba
la garganta, y el nuevo conejito repetía desde esa hora la vida y las costumbres
del anterior. Las costumbres, Andrée, son formas concretas del ritmo, son la
cuota del ritmo que nos ayuda a vivir. No era tan terrible vomitar conejitos una
vez que se había entrado en el ciclo invariable, en el método."

(extraido de "Carta a una señorita en Paris", Julio Cortázar).

viernes, 26 de noviembre de 2010

Nena, yo no voy a ser un Superhombre

La frase atribuida a Gustavo Cerati tiene mucha verdad. La idea fue desarrollada en su momento por Friedrich Nietzsche, quien en buena hora definió lo siguiente:

"Lo grande del hombre es que es un puente, y no una meta; lo que se puede amar en el hombre es que es un tránsito y un acabamiento (Ein Ebergang und ein Untergang). Yo amo a los que no saben vivir sino como extinguiéndose, porque esos son los que pasan al otro lado."

Muchas cosas cruzan por un puente. Tal vez es un cruce que dura toda una vida, sino es que el puente se rompe. En algún momento también hay viento, buscás refugio y esperás el otro día para volver a salir.

Los puentes se cruzan y la gente se conecta. Incluso se puede invitar a alguien a que camine junto a vos. No obstante, cada uno tiene su propio puente, del material que esa persona eligió. Lo fantástico es que no se crean por generación espontánea. No. Es la voluntad de dos personas para empezar los cimientos ("cruza el amor por el puente"), y es hasta la adolescencia de ese ser humano que las dos personas subsidian esa vida.

En fin... la imagen que les dejo es de la película que se hizo a partir del clásico de Isaac Asimov, Yo Robot. Me parece muy representativo de hasta donde se puede llegar...

jueves, 25 de noviembre de 2010

Columna sobre conflicto estudiantil

Hoy tengo un parcial. No es que no me haya preparado, pero en verdad tampoco voy tan preparado. Si fuera una carta de truco tengo 2 anchos falsos y un 2. A lo sumo, un tres, con viento a favor. De todos modos (y aquí me voy a excusar), más allá de mi rendimiento academico, este semestre mi facultad ha sido un campo de batalla ideológico (como es de costumbre) plegandose a un movimiento estudiantil de toma de escuelas y algunas facultades, como Filosofía y Letras de la UBA a la cual asisto.

No estoy de acuerdo con la postura de Macri, quien dijo en La Nación "Hay gente que convenció a estos chicos, que además se están salvando de una obligación que es el derecho a educarse". Si bien nadie duda que los intereses políticos existen, no por eso son invalidos. Es decir, la protesta es legítima como espacio de expresión publica y me parece una falta de criterio tratar a los estudiantes como marionetas. Me parece muy importante, al contrario de lo que opina nuestro jefe de gobierno, que el pueblo se exprese, a sabiendas que seguramente, algunos de ellos en efecto tienen contácto con organizaciones políticas más amplias.



¿Que reclamaban los estudiantes? Nada más y nada menos que condiciones dignas. Una docente me comentó durante el conflicto que en los colegios estatales, más allá de los techos que se caen, la falta de espacio y las mínimas condiciones higienicas, no había tizas. Tizas!

¿Que pasó con aquellos ideales de educación libre, gratuita, laica y obligatoria? ¿Sarmiento estará revolcandose en su tumba?

Un conflicto social sucedido en Francia generó la movilización de amplios espectros de la sociedad.



A lo que voy con esto es sencillamente la cohesión social que existe en otros paises. En el caso de nuestro país, ¿que hubiera pasado si este movimiento estudiantil hubiera sido acompañado por otros grupos? La historia hubiera sido otra...

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El otro lado de las cosas

Del otro lado a veces tengo noticias. A veces lo veo, cuando por ejemplo antes de dormir el pensamiento caprichoso juega con mi mente hasta que me quedo dormido. En ese instante de conciencia, entre el despiertar y el sueño, se abre un cofre que me deja contemplar el vacio, y llegar.

Otras veces el otro lado es más sutil. Cuando se dan acciones casuales también entiendo que hay algo más, que no llegamos a entender. Algo que nos sobrepasa, superior a la conciencia y al accionar humano. Es ahí, cuando perdemos el control sin saberlo y cuando la inconciencia nos domina que tenemos un vistazo de aquello que llamó Julio "el otro lado".

La realidad hay que deconstruirla apuntando a un caos controlado, romper estructuras pero sin perder la base.