lunes, 26 de septiembre de 2011

El florista

Esa noche había mucha gente sobre el pequeño acordonamiento en la puerta de la exclusiva discoteca en la calle Quintana.

Chicas y chicos producidos hasta los dientes, intentaban desesperados traspasar aquel cordón, luego la puerta y bajar por esas escaleras donde desde afuera podía sentirse el ritmo de la música en el pecho. La odisea que significaba esa secuencia se desarrollaba freneticamente a medida que pasaba el tiempo, y cada vez más era la gente que se agolpaba.

Ellas gritaban desesperadas mostrando sus plumas:

"Sebiiiii!!!! Sebiiiii!!!!"

Ellos, serios, con sus camisas recien planchadas, pulcros y con voz grave entonaban:

"Seba! Seba! Acá...!"

Aquel era el eje que organizaba semejante tertulia. El eje alrededor de donde TODO giraba en ese momento, aproximadamente 2.37 de la mañana. Tal vez un poco más tarde. Yo llegué a verlo al lider: un señor cuarenton, escualido pero que de alguna manera lograba alrededor de él todo ese circo.

Debo admitir que en un primer momento mi amigo me hizo creer que efectivamente, aquel pasaje sería cosa de minutos. Pero los minutos pasaban... y en vez de generar en mi más ganas de querer entrar, generaba más rechazo. Al ver toda la situación, decidí alejarme. No mucho... quizá unos 6 metros, casi hasta la esquina.

Recuerdo bien el mal humor y mi mente que me decía "que estás haciendo acá?". Fue en ese momento cuando lo vi... acurrucado, apichonado en si mismo había un señor con boina, durmiendo en una silla dentro de una floreria. La florería es una de esas tipicas de Buenos Aires, apostadas en la vereda y generalmente pintadas de verde. Me llamó la atención que a esa hora estuviera abierta, pero lo comprendí bien cuando pensé que a la salida de este lugar, los hombres quizá desean regalarle una flor a la chica que tal vez los acompañe.

Habrán sido menos de 5 segundos que clave la mirada en aquel señor, encubierto, viviendo otra vida que la de Seba y todas las personas a su alrededor. Yo quería ser ese señor. Durmiendo, me transmitia paz...

Ahi entendí. Yo no pertenecía a ese lugar, a ese momento. Estaba en algún lugar siendo soñado por ese señor, llevandome a donde tenía que volver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario