viernes, 12 de agosto de 2011
Un cuento sobre el amor.
Cuentan que una vez se reunieron todos los sentimientos y cualidades del hombre. Cuando El Aburrimiento había boztesado por tercera vez,
La Locura, como siempre tan loca, les propuso: ¡Vamos a jugar a las escondidas! La Intriga levantó la ceja, intrigada y La Curiosidad, sin poder contenerse, preguntó: ¿A las escondidas? ¿Y cómo es eso?
Es un juego, explicó La Locura, en el que me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras Uds. se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero que yo encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
El Entusiasmo bailó secundado por La Euforia. La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a La Duda e incluso a La Apatía, a la que nunca le interesaba nada.
Uno, dos, tres,.... comenzó a contar La Locura.
La primera en esconderse fue La Pereza, que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino.
La Fe subió al cielo y La Envidia se escondió tras la sombra de El Triunfo quien, con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse: cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. ¿Qué si un lago cristalino? Ideal para La Belleza.
¿Qué si la hendija de un árbol? Perfecto para La Timidez.
¿Qué si el vuelo de la mariposa? Lo mejor para La Voluptuosidad.
¿Qué si una ráfaga de viento? Magnífico para La Libertad.
Así La Generosidad terminó por ocultarse en un rayito de sol.
El Egoísmo en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo, sólo para él.
La Mentira se escondió en en fondo de los océanos (mentiras, en realidad se escondió detrás del arcoiris).
La Pasión y El Deseo, en el centro de los volcanes.
El Olvido...se me olvidó donde se escondió...pero eso no es lo importante.
Cuando La Locura contaba 999.999, El Amor aún no había encontrado sitio para esconderse pues todo se encontraba ocupado...hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió escondrese entre sus flores.
Un millón, contó La Locura, y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue La Pereza, sólo a tres pasos de una piedra.
Después escuchó a la Fe discutiendo con Dios sobre zoología.
La Pasión y El Deseo...los sintió en el vibrar de los volcanes.
En un descuido encontró a La Envidia y claro, pudo deducir donde estaba El Triunfo.
El Egoísmo...no tuvo que buscarlo: él solito salió disparado de su escondite que resultó ser un nido de avispas.
De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago, descubrió a La Belleza.
Y con La Duda resultó más fácil todavía pues se la encontró sentada sobre una cerca sin decidir de qué lado esconderse.
Así fue encontrando a todos....
Al Talento entre la hierba fresca.
A La Angustia en una oscura cueva.
A La Mentira detrás del arcoiris (mentiras, si ella estaba en el fondo de los océanos...)
Y hasta El Olvido, quien ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas!
Pero sólo El Amor no aparecía por ningún sitio...
La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, en las cimas de las montañas y cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal y sus rosas...
Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas cuando de pronto se escuchó un fuerte grito de dolor... Las espinas habían herido en los ojos a El Amor!
La Locura no sabía que hacer para disculparse...
Lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo...
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la tierra...
El Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña...
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